Rodeados por la hermosa zona semi-desértica de San Miguel de Allende, Guanajuato, los invitados, propietarios, administrativos y personal del restaurante Bistro celebraron el primer aniversario de esta franquicia en esta ciudad colonial.
El patio central del lugar tiene por piso la arena del desierto; una barra circular con una antorcha central da calor a las personas que esperan turno, y las ramas de un viejo mezquite son el soporte de unas lámparas artificiales artesanales de formas diversas. Las paredes están conformadas por formaciones de hileras de cactus y el techo es el cielo lleno de estrellas.
En las mesas se escuchaban animadas charlas y brindis. Anders, el gerente sueco del lugar, iba y venía entre las mesas para asegurarse de que todos sus invitados estaban satisfechos. Helena, la hostess también se sentaba a platicar y departir con los comensales. Mientras, en la cocina, la esposa de Anders se encargaba de hacer de cada platillo, una obra de arte.
Una banda de jazz lounge amenizaba cálidamente y recibía los aplausos de los presentes. Y el tiempo pasaba tranquilamente, sin prisas, disfrutando este primer aniversario y esperando que vengan muchos más.